70º aniversario de los principios de coexistencia pacífica
«Nuevas perspectivas de China»
Iniciativa global para un destino compartido
Por Lidia Fagale (*)
El papel trascendente que fue adquiriendo la República Popular China en los últimos años –en el escenario internacional como en América Latina y el Caribe– constituye una realidad reafirmada y a la vez analizada desde distintas perspectivas y matrices ideológicas. Sus logros en educación, reducción de la pobreza, desarrollo e impulso de sus fuerzas productivas tecnológicas, salud, transporte, viviendas y sus diversas misiones de paz, tanto en los conflictos de mayor resonancia contemporánea –y aún vigentes– como el de la OTAN-Ucrania-Rusia, así como el de Hamas-Israel que ha cobrado miles de víctimas entre la población civil Palestina, así como sus propios conflictos territoriales son tratados con propuestas negociadas sin que esto signifique renunciar ni a sus derechos ni a sus principios.
Quien escribe estas líneas ha visto como todo contenido vinculado con la realidad de China, desde una perspectiva comercial, tanto como cultural o política ha ido en ascenso, incluso cabe considerar el fortalecimiento y la dinámica de su propia estructura mediática y la producción de contenidos que constituye uno de sus aspectos más estratégicos para vincularse por fuera de sus fronteras e interpelar otras narrativas mediáticas que muchas veces distorsionan la realidad de China y que también han alcanzado un nivel de producción de relatos que intentan poner en duda su política de derechos humanos, su desarrollo tecnológico, el verdadero objetivo de sus bases científicas (Neuquén, Cuba), su capacidad económica y comercial, así como el cuestionamiento del principio de una sola China, cuando se aborda la cuestión Taiwán, a lo que se suma la ostensible guerra de aranceles que se incentivaron desde el 2008 en épocas de Donald Trump y que persisten al día de hoy.
Sin embargo, esto se produce en un contexto de crisis del poder hegemónico occidental a la vez que impulsa, desde sus usinas culturales, ideológicas, económicas y políticas a escala global, sistemáticas campañas de desprestigio a las experiencias revolucionarias históricas o a cualquier intento, incluso reformista o mínimamente más distributivo, donde abrevan las ideas del fin de la historia o de las ideologías, así como la muerte del marxismo. Y, hoy China (socialismo con características chinas) y sus logros conforman uno de sus principales objetivos de desprestigio. En nuestro continente tenemos como ejemplos recientes los ataques permanentes a la República de Cuba desde 1959, a la República Bolivariana de Venezuela, desde 1999 y ahora se suma Colombia, desde 2023.
Estas visiones distorsionadas de manera tendenciosa que siempre existieron, hoy cobran más fuerza en algunos medios que señalan en forma vehemente “los peligros” de una posible proyección imperialista de China. Y, aunque el tratamiento informativo varía, persiste en su orientación de situar a la política exterior china como una “amenaza” para Occidente. Lo que queda claro es que la disputa con los Estados Unidos se expresa en el ámbito de las inversiones estratégicas, que en el caso de América Latina y el Caribe han alcanzado posiciones destacadas de China en el escalafón comercial, pero también se trata, sin duda, una disputa ideológica.
La política de multilateralismo que impulsa China en el marco de la coexistencia pacífica de los estados implica la renuncia a la guerra como medio para resolver los litigios internacionales y su solución por vía pacífica, así como la comprensión mutua y la confianza, entre otros principios. Esta propuesta global que invita a un futuro compartido de la humanidad constituye una alternativa que está en las antípodas de las políticas anglosajonas: injerencistas, bélicas y pretendidamente hegemónicas.
En este contexto la información que circula resulta deliberadamente tendenciosa y, en general, está condicionada por la concepción ideológica que sustente el gobierno de turno en los distintos países y sus alianzas con diversos factores de poder, así como el alineamiento internacional que adopte, al estilo de la Guerra Fría.
En el caso de la Argentina, asistimos a una política exterior que se manifiesta en una diplomacia que responde a una posición de derecha, enemiga del Estado, denominada anarcocapitalismo, que se declara antagónica a toda política social que califica de comunista o colectivista. Sostenida en ideas esotéricas y mesiánicas, el actual presidente argentino se propone, según sus propias palabras, “destruir la estructura del Estado para instituir una total libertad de mercado”, posicionándose explícitamente en el eje EE.UU.-Israel. Esta posición del actual presidente de Argentina ha llevado a una serie de tropiezos diplomáticos con China, con críticas a su sistema político y a su ideología que, por estas razones ha renunciado a integrar el BRICS como también a no participar en la reunión del MERCOSUR y también manifiestos encontronazos con Bolivia, España, Chile, Brasil, Colombia y México.
Sin embargo, a la actual política exterior ideologizada de la Argentina se suman otros ámbitos que cooperan, clarifican, avanzan y profundizan los vínculos con la República Popular China desde el ámbito informativo, académico, comercial, político y cultural. Por ejemplo, la Argentina ha sido asignada como la sede para la convocatoria de distintas universidades nacionales del Primer Congreso de Sinólogos a realizarse en Buenos Aires donde, ente otros temas, se van a difundir y analizar los cinco principios de coexistencia pacífica propuestos por el presidente de la República Popular China, Xi Jinping, a saber: el respeto mutuo por la soberanía y la integridad territorial, la no agresión mutua, la no interferencia en los asuntos internos de otros países, la igualdad y el beneficio mutuo, y la coexistencia pacífica. Estos principios alientan no solo al sector académico, propician la generación de contenidos en algunos medios para continuar con la difusión de las características de China y su vínculo no solo con nuestro país sino con el mundo.
Otro aspecto a destacar es el informe que publicó hace menos de un mes por La Bolsa de Comercio de Rosario acerca de las inversiones para la extracción de litio en la Argentina, en el cual menciona siete proyectos por un total de 3.400 millones de dólares. Y esta semana se agregó otro para la actividad comercial en Salta, como el proyecto Centenario-Ratones, el cuarto proyecto operativo en Argentina y el primero en el mundo que utilizará el método de extracción directa de litio a escala industrial.
Lo cierto es que, frente a un mundo belicista, la propuesta de coexistencia pacífica de la República Popular China implica la construcción de una nueva civilización global y su propuesta es interpretada en varios ámbitos como una colaboración estratégica para construir un mundo más justo, más equilibrado, menos desigual, donde prima una ética de la armonía. Se trata de colaborar con la construcción de un sistema mundial con consenso universal, sin coerción, en beneficio de todos los pueblos.
El papel que juega hoy China en el mundo por la enorme capacidad de su desarrollo, sus logros en la lucha contra la pobreza, su crecimiento tecnológico en todas las dimensiones, así como su fuerza y templanza en la diplomacia la han situado como objeto de estudio permanente y concitado la atención de analistas de todo el mundo.
Su protagonismo y los objetivos últimos del despliegue internacional de China son objeto de un ferviente debate académico y político, lo que ha creado una nueva geopolítica informativa con todo lo que ello conlleva. Quienes como periodistas nos dedicamos a todos los contenidos que produce la realidad de China nos enfrentamos diariamente con quienes encuentran en su proyección mundial el potencial “imperialista” del país asiático.
El fracaso de socialización del capitalismo-imperialismo ha provocado que las miradas viren hacia China. No es extraño, además de conocido, que las usinas occidentales generen en el marco de su crisis información falsa, infundada, manipulada para golpear a quien consideran pone en peligro su hegemonía maltrecha.
Por eso, conocer China, no sólo desde lo teórico o académico, aspecto que no subestimo, ni leer China desde los grandes medios occidentales que hoy operan como grupos económicos en coordinación con intereses económicos de la alianza anglosajona y su brazo armado la OTAN, no alcanza para romper el cerco informativo. A mi entender, implica ampliar la idea de la diplomacia tradicional para encontrarse con miles de ámbitos informativos (de distintos formatos) que, por fuera de las estructuras tradicionales de los países de occidente, batallan todos los días por aportar a la verdad y no solo sobre China. Y para quienes ejercemos el periodismo nos convoca a un desafío difundir propuestas que colocan al ser humano en el centro de sus iniciativas por dentro y por fuera de sus fronteras. China nos obliga a pensar, a reflexionar, a creer que otro mundo es posible y mejor, y a enfrentar la sistemática producción de ignorancia que circula en el sistema nervioso cultural del planeta contra toda iniciativa que con creatividad enfrenta los costados más dolorosos de una humanidad excluida de su propio hogar, la Tierra. Y en ese sentido, resalto el protagonismo que la Plataforma de Organizaciones Internacionales de Periodistas del Belt and Road ha asumido desde su creación en 2019, una iniciativa oportuna y estratégica que debe seguir creciendo.
(*) Unión de Trabajadores de Prensa de Buenos Aires UTPBA
Miembro del presídium de la Plataforma de Cooperación de Organizaciones Internacionales de Periodistas.
Directora Periodista del programa de Radio Clave China, emitido por Radio Republica, ex 770.
Licenciada en Periodismo.
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