Confluencia

Por José Ezequiel Kameniecki (*)

 

Una fuerte lluvia se desató en forma repentina. La gente corría sin orden y se alejaba del lago por temor a la crecida, pero más todavía al rayo divino. Buscaba lugares donde protegerse tanto del diluvio como de Zhulong, el dragón perlado, que los invasores se habían enterado que habitaba en lo profundo del gran humedal. Aquellos extranjeros veneraban a dioses celosos y, sobre todo, vengativos.
Zhū y Jiāng jugueteaban en el agua sin preocuparse de la lluvia como tampoco se percataban que la multitud, a la que nada los ligaba, huía desesperada, abandonaba sus carpas y sus carromatos.
Desde el amanecer de un verano caluroso y agobiante, despojados de su ropa abrigada para refrescarse y desprenderse del polvo de un camino de varios meses, la pareja nadaba. Sus cuerpos se reflejaban en el espejo líquido. Ni siquiera se sintieron avergonzados de aquellos rostros cubiertos por espesas barbas y expresión amenazante que los observaba desde la orilla de enfrente.
Zhū admiraba las amplias caderas de su prometida de larga cabellera azabache, y las perlas del collar y las pulseras, el regalo para sellar el compromiso, emitían un resplandeciente brillo nacarino. Ella desaparecía sumergiéndose, para luego emerger duplicada en el azul verdoso, rozándole los blancos muslos con sus pies danzarines.
En el alma de Zhū revivían las escenas del conflicto de familias. Recordaba cada detalle del rapto, era parte del ritual de antiguas tradiciones que asumía con solemne respeto. La noche, el caballo, el aliento entrecortado, el miedo de ser descubiertos, se unían en una trama que culminaría con el premio, la posesión de la amada.
Ella se zambullía y regresaba a su lado, las gotas brotaban del cabello y se deslizaban hasta confundirse con las de la lluvia. Para la pareja las únicas gotas que existían eran las que rodaban como chispas por sus cuerpos jóvenes y deseosos.
Regresarían con el cambio de luna. Serían recibidos por sus madres que simularían al principio enojo y descontento. Luego, el llanto de las plañideras, el abrazo de las tres mujeres, el perdón.
Jiāng se alejaba para que él jugara a perseguirla, hábil para nadar como para el cortejo. Y se alejó hacia una incipiente cascada, el límite del lago, allí donde una roca labrada advertía del peligro con caracteres de una escritura para ellos indescifrable.
Zhū la siguió en dirección al verde cortinado, donde se proyectaba pálido el arco iris. Pensaba tal vez en el festín que sellaría la alianza, el fin del odio ancestral entre clanes enemigos. La música y las bebidas espirituosas coronarían la reconciliación luego de los sacrificios del venado y la bendición del sacerdote; sabía que los dioses iban a ser auspiciosos con quienes cumplen la ley de los mayores. Más tarde tendría derecho a gozar del botín sobre el lecho de pieles.
Un viento furioso levantó olas gigantescas que golpearon sus cuerpos y los empujaba hacia lo profundo. Tanto las perlas del collar como las de las pulseras comenzaron a desgranarse y las pequeñas esferas blancas fueron englutidas por el oleaje enfurecido. Algunas reaparecían en las lenguas de espuma de la cresta de las olas para volver a desaparecer.
Pero la pareja de amantes parecía ignorar lo que sucedía. Jiāng se alejaba y él la perseguía. La lluvia y el viento concibieron olas salvajes que arrebataron el dominio de sus cuerpos. Recién entonces intentaron en vano llegar a la pequeña isla de arena y piedra en el centro del lago.
Primero, dos chorros de agua cristalina confluyeron en un remolino; luego, una ola los cubrió. En el último abrazo, quedaron fusionados en un solo cuerpo. Una melodía hecha de burbujas sobre la piel del agua se escuchó desde la orilla, provenía del fondo de la selva ennegrecida que se iluminó de repente con un incandescente blanco perlado. Era el llanto mineral del Jiāng Zhū (Río de las Perlas), el río recién nacido.

 

(*) José Ezequiel Kameniecki nació en Buenos Aires. Es psicólogo y escritor. Autor de cuentos, novelas y ensayos de Psicología, Filosofía y Literatura. Ejerció la docencia universitaria y realizó investigaciones en temáticas de su especialidad. Fue director de revistas culturales y de un sello editorial.

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