La Consulta

 ¿En qué consiste el poder mantico?

Por Verónica Matta (*)

Si alguna vez consultante algún sistema oracular o predictivo esto es para vos. Una especie de recordatorio de lo que sucede en el momento en que tu intuición se dispone a consultar con las cartas, las monedas o las runas. Por ahora voy a concentrarme en lo que es la consulta para uno mismo. Normalmente lo que nos impulsa a buscar una respuesta -que no es enteramente racional -es que nos sentimos inquietos por alguna cuestión que no vemos con claridad. “Algo” desde la intuición nos dice que lo que estamos habituados a hacer, no es lo que debiéramos hacer. O que la persona con quien estamos realizando un proyecto no es la adecuada, o lo suficientemente confiable. Y muchas otras cosas “que no cierran” provocándonos un estado de inquietud. La primera cuestión entonces es clarificar el motivo real que nos lleva a la consulta. Y esto lo hacemos mediante la pregunta.

 

La pregunta

Para Hacer una buena pregunta lo importante es captar la sensación que nos perturba. Captarla con sinceridad, y sin disfraces. Porque no es lo mismo decir que siento celos, o envidia, que mencionar la sensación solo como un malestar sin definir. Lo mismo sucede cuando el tema es un proyecto; tenemos que preguntamos exactamente qué dudas y que preocupaciones nos inquietan o la respuesta será un mensaje ambiguo. En mi experiencia, la profundidad de nuestra pregunta es la ventanilla en donde sacamos el pasaje hacia un barrio vecino O, a un tras atlántico con destino desconocido, un portal hacia comprensiones más grandes.
Preparar el recinto: El acto ceremonial.
El espíritu requiere de gestos, así le enseñaba Juan Matus a Castaneda. Y esto es tan cierto que sin esa puesta en escena la dimensión de donde llegan los mensajes prácticamente, se cierra. Y los símbolos, sus mensajeros, enmudecen sin que podamos interpretarlos. Preparar el recito es el primer acto de esta ceremonia de conexión. Colocar una vela, incienso, y los elementos rituales de la consulta; monedas o cartas, nos ubica en la escena que sigue. La invocación: ¡A Quien le estamos haciendo la pregunta?. ¿A quién dirigimos nuestro mensaje? No importa el nombre que le pongamos, lo que importa es que apelemos a su poder; esa fuerza en la que confiamos profundamente. Durante la invocación presentamos los respetos y también agradecemos, porque damos por hecho que el regalo de la respuesta ya nos fue dado.
Finalmente estamos dentro del recinto que hemos creado. El acceso a la intuición se ha abierto y hacemos nuestra pregunta.
Mientras realizamos el acto oracular, tirar las caras o las monedas, con la mente nos ubicamos en el momento que hizo surgir la pregunta. Toda la atención está allí y la dejamos correr…

 

La Respuesta

El oráculo muestra sus símbolos y nuestra mente entra en resonancia con ellos. No los forzamos ni los dejamos ir hasta que nos dicen algo. De repente una palabra, una imagen, o un sonido abren la ventana hacia una comprensión súbita. Quizá algo muy fugaz que nos deja un sabor que se nos impregna. ¡ES ESO! Por favor anotalo. Es muy fugaz y así como llega, se va.
Luego, nos despedimos. Igual que haríamos con un maestro o a un amigo. Le agradecemos, y cerramos con un gesto que de por concluida la ceremonia.
De esto se trata el poder mantico. La capacidad de acceder a una instancia en nosotros que puede ver multidimensionalmente el espacio- tiempo. El acto de sobrevolar sobre nuestra mente habitual y colocarnos en un sitio privilegiado: la conciencia que observa. Ella está ahí, como un vigía, todo el tiempo. Pero es en este acto cuando ella nos avisa lo que ha visto, lo que sabe, e incluso, aquello que aún no hemos vivido pero está próximo a suceder.

(*) Comunicadora/ Especialista en I Ching

Compartir

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *