Panamá: Aguas Turbulentas

Por Francisco Paz (*)

 

Panamá vive la encrucijada de navegar en aguas turbulentas provocadas por Trump.

Con base en mentiras y en su prepotencia, el mandatario estadounidense

se entromete en las decisiones de otro Estado, haciendo creer que todavía

tiene injerencia sobre el Canal de Panamá

 

La economía panameña, la más pujante de la región a inicios de la década pasada, cayó desde unos años antes de la pandemia en una desaceleración que se agravó con la paralización provocada por la crisis sanitaria de 2020.
Por si fuera poco, en 2022 y 2023, el país fue escenario de protestas nacionales contra el alza de los precios de los combustibles y la firma de un contrato minero ajeno a los intereses nacionales.
Tras el cese de la operación de la mina de cobre más grande de Centroamérica, en diciembre de 2023, el desempleo se elevó, así como la informalidad.
Bajo un nuevo gobierno, que ascendió en julio de 2024, hubo expectativa de que el rumbo podría mejorar, sin embargo, las declaraciones amenazantes de Donald Trump, desde cuando ganó las elecciones de Estados Unidos (EE.UU.), alertó sobre oscuros nubarrones para el istmo.
Ahora, que tomó las riendas de la potencia del Norte, por un segundo periodo, ha recrudecido su discurso contra Panamá, bajo el argumento de que está violando el Tratado de Neutralidad del Canal de Panamá, con la falacia de que China administra la vía interoceánica y tiene su ejército en este país.
Con la reciente visita del secretario de Estado, Marco Rubio, quien se reunió con las autoridades panameñas, dictando la agenda de lo que debían conversar, se constató que el ruido en las relaciones entre EE.UU. y Panamá es la presencia china cerca del Canal, al administrar puertos, tanto en la vertiente Pacífica como Caribe.
Las amenazas de Trump han llegado al punto de advertir que no descarta invadir el país, como ocurrió en diciembre de 1989, cuando EE.UU. invocó, precisamente, el Tratado de Neutralidad para agredir bélicamente al istmo centroamericano, al afirmar que la dictadura de Manuel Antonio Noriega representaba un peligro para la operación del Canal de Panamá.
Como tercer interviniente, en este diferendo provocado por el gobierno de Donald Trump, aparece la República Popular de China, que estableció relaciones diplomáticas con Panamá en junio de 2017.
Para tener una dimensión del conflicto, se debe tener en cuenta que la presencia china incomodó especialmente a los norteamericanos desde que se establecieron y de eso se hicieron eco, congresistas norteamericanos, principalmente del partido Republicano, que siempre se opusieron a que el Canal fuera transferido a Panamá.
Con la firma del Memorando de Entendimiento sobre la Cooperación en el Marco de la Franja Económica de la Ruta de la Seda, en noviembre de 2017, el apoyo del gigante asiático se incrementó en el país.
Importantes empresas chinas participaron en licitaciones de grandes obras de infraestructura en Panamá, y se adjudicaron algunas como el Cuarto Puente sobre el Canal, el muelle de cruceros de Amador, en el Pacífico, y proyectos de sanidad básica, entre otros.
Además, se impulsaron proyectos de capacitación y formación profesional, así como comerciales, destacando la entrada al mercado chino de productos agropecuarios, principalmente.
Al final del gobierno de Juan Carlos Varela (2014-2019) comenzó la negociación de un Tratado de Promoción Comercial, que no se logró concretar, aunque se avanzó en las conversaciones.
Con el gobierno de Laurentino Cortizo (2019-2024), no hubo interés de la parte panameña por hacer realizar el tratado y los convenios que se celebraron fueron de intercambio comercial.
Esto representó una señal de que, a pesar, del fortalecimiento de las relaciones con China, había una presión internacional ejercida desde EE.UU. contra este acercamiento.
Con el gobierno de Mulino, con una nueva embajadora china, se intentó acercar nuevamente a ambos países, con la misión de parte de la diplomática de completar lo que no se había podido consolidar, que era la firma del tratado.
Al inicio, el gobierno panameño no lo vio mal, enfocándose en el ámbito agropecuario, con una ligera promesa de retomar las negociaciones para el tratado comercial.
El triunfo de Trump y sus posteriores declaraciones provocaron que ese ímpetu se detuviera.
Soberanía y comercio
Las ínfulas colonialistas que conllevan las declaraciones del presidente norteamericano contrastan en un mundo que ha superado esa época, pero tienen suficiente peso, al tratarse de la primera potencia militar del mundo.
El discurso de Trump deja entrever que el Canal no le pertenece totalmente a los panameños y que su gobierno tiene injerencia sobre esta vía comercial.
Pero, lo más grave, es que se entromete con la autodeterminación de un Estado, al querer incidir en las relaciones que este pueda tener con otras naciones del orbe.
El presidente panameño ha dicho en forma categórica que no romperá relaciones diplomáticas con China, sin embargo, su decisión de salirse del memorando de entendimiento, deja en un mínimo, el vínculo con la nación asiática.
En este punto, es bueno destacar que China dejó un plan maestro para construir un ferrocarril que atravesara el territorio panameño de oeste a este, que fue nuevamente impulsado por el gobierno de Mulino.
Sin embargo, contrató a una empresa norteamericana para que “actualizara” el plan maestro que dejaron los chinos.
Sobre este particular, la embajadora china en Panamá, Xu Xueyuan, escribió un artículo publicado por el periódico La Estrella de Panamá en que subraya que en la comunidad internacional todos los países son iguales y tienen el derecho a desarrollar relaciones diplomáticas de manera autónoma.
“Nadie tiene el derecho de dar órdenes o dictar pautas a otros países. Si Estados Unidos quiere crear una “era dorada” para las Américas, primero debe respetar a los otros países”, escribió la diplomática.
Funcionarios chinos han sido claros al asegurar que China respeta el Tratado de Neutralidad del Canal de Panamá, a pesar de que no lo ha firmado, debido a que también lo suscribió Taiwán, al que consideran parte de su territorio.

 

Puertos

Empresas chinas de Hong Kong operan dos puertos en las riberas del Canal que complementan su misión, pero que no inciden en su operación.
El acto público para la concesión de estas terminales se registró antes que China recuperara el control de Hong Kong.
Su adjudicación se dio mediante licitación pública y durante su funcionamiento no se ha escuchado a ninguna autoridad china decir que tiene el control de estos puertos o injerencia en el Canal.
En otras palabras, es una relación comercial, al igual que la tiene con otras terminales portuarias en las riberas del Canal como Manzanillo International Terminal (MIT), el principal de la región en movimiento de carga, en el que participa una empresa norteamericana.
También está Colon Container Terminal, puerto que es operado por la empresa taiwanesa, Evergreen, sin que esto represente una molestia para Hutchinson Ports, la compañía china que administra dos puertos en Panamá.
Mentiras e importancia
Una característica de los ataques de Trump al pueblo panameño es que viene acompañado de una serie de mentiras que han sido institucionalizadas por sus declaraciones para hacer entender al mundo que tiene razón.
Sin duda, la principal es que los chinos controlan el Canal y tienen su ejército en Panamá, situación que es totalmente falsa, pues ni el país tiene fuerza armada, debido a que se abolió luego de la invasión estadounidense y quedó en la Constitución Política del país como una prohibición.
Otra ha sido el supuesto trato injusto a las embarcaciones estadounidenses, debido a que los peajes del Canal son revisados con los usuarios de la vía de conexión marítima en la que intervienen navieras de la nación norteamericana.
El presidente Mulino reveló que lo que pagan estas compañías es algo mínimo, que no llega a 10 millones de dólares.
Por otra parte, las embarcaciones chinas tampoco tienen un peso en el movimiento del Canal, que es liderado por navieras europeas.
A todas estas declaraciones, se suma la falsa información de que los barcos estadounidenses no pagarán peajes, algo que desmintió el presidente Mulino y la Autoridad del Canal de Panamá.
En Panamá se ha criticado algunas medidas que se tomaran después de la reunión con Rubio, como establecer un centro de control de migrantes en Metetí, pequeño poblado de la provincia de Darién, fronteriza con Colombia.
También, recibir migrantes de otros países en Panamá, para luego ser deportados a sus países de origen.
Pero, a nivel de la operación del Canal, se ha tejido una serie de especulaciones, que fueron desmentidas por el presidente Mulino, aunque reiteró que EE.UU. sigue siendo el principal socio comercial de Panamá.
A pesar de sus palabras, tanto Mulino como parte de sus ministros de Estado han reconocido que el interés de Estados Unidos tanto con Panamá como con otras naciones latinoamericanas no ha sido la mejor en las últimas décadas a nivel comercial.
De ahí la incertidumbre de que ocurrirá si Panamá termina cediendo y rescinde el contrato de los puertos y otros proyectos que construyen los chinos como el cuarto puente sobre el Canal.
Los panameños no encuentran firmeza en la postura de sus gobernantes, quienes tratan de vender la idea de que las intenciones de los estadounidenses representan oportunidades para impulsar un nuevo tipo de relación comercial.
Expertos en geopolítica han esbozado que el interés de los norteamericanos en Panamá solo es para velar por su hegemonía hemisférica y la prueba es que en su visita, Rubio no portó ningún acuerdo de cooperación comercial, típico de estos encuentros de alto nivel.
Quiérase o no, los panameños y su endeble economía están a merced de un presidente con aires de emperador que se ha trazado la misión de “reconquistar sus dominios”, con base en la amenaza e intimidación.

(*) Periodista panameño con más de 25 años de experiencia. Conductor del programa radial Al Día con Todo y periodista del periódico Panamá América.

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